Son pasadas las 10 de la mañana y el ajetreo en los pasillos del Hospital del Salvador no se detiene. Médicos y auxiliares de un lado a otro, pacientes en recuperación y otros más, esperando por una toma de exámenes.

Pareciera ser que el tiempo pasa aquí de otra manera. Más lento para los internos e interminable para los que muchas veces trabajan agotadores turnos.

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De ahí la importancia de las áreas verdes que resultan un oasis de descanso y desconexión. Misma importancia que vio la Fundación Inspira a la hora de iniciar el proyecto que ya ha recuperado dos patios para la comunidad hospitalaria.

En cada uno, es un antes y un después. Espacios descuidados con pocos árboles y tierra dura, se han convertido en lugares de encuentro rodeados de arbustos, flores y mobiliario de primer nivel.

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Crédito foto: Fundación Inspira

“Queremos enriquecer y aliviar la vida cotidiana de los hospitales y consultorios. La naturaleza de por sí enriquece y alivia, pero nosotros pusimos el compromiso de hacerlo con belleza, que conmoviera y dignificara” afirma Doris Erlwein, una de las cuatro fundadoras de la organización.

La trabajadora social junto a la diseñadora Verónica Novoa, la arquitecta Alejandra Rosati y la paisajista Claudia Zunza, querían trabajar con el sector más vulnerable, pero no sabían muy bien cómo. Hasta que en 2012, tras un contacto con la entonces directora del Salvador, María Elena Sepúlveda (hoy es el doctor Carlos Altamirano), llegaron al recinto asistencial y dijeron aquí nos quedamos. Fue un insigh de inspiración al percatarse del alto flujo de personas que pasa día a día por el centro asistencial que atiende a nueve comunas de la Región Metropolitana. Doris nos cuenta que “transitan unas 40 mil personas al mes, mucho más que en plazas o parques, así que cuando vimos los patios que se notaban que en algún minuto fueron muy hermosos, quisimos recuperarlos para los pacientes, los familiares y los funcionarios”.

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En un inicio el plan era recobrar el Parque Central del hospital, una gran área verde de 5 mil metros cuadrados, pero al conocerse de la construcción del nuevo Salvador, la decisión pasó por rescatar los patios que no iban a verse afectados por la obra.

En alianza con Fundación Cosmos, partieron a fines del 2013 con el patio de Hospitalización Domiciliaria y el primer semestre de 2014 con el de Los Naranjos, ubicado en el área de medicina, al cual tienen vista los pacientes hospitalizados del Policlínico de Cirugía. Este es el único que cuenta con cafetería, por lo que resultaba un punto transversal para la comunidad.

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Manos a la tierra, desmalezaron, araron, mantuvieron los naranjos y llenaron de arbustos, agapantos y macetas con más flores. Trajeron muebles imitación ratán de primera calidad y el piso lo recubrieron con gravilla, madera y chips. Un ambiente impensado para lo que estamos acostumbrados a ver en un hospital y que ha sido la alegría de médicos, alumnos en práctica de medicina y especialmente los familiares.

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“Nos emociona profundamente que los fines de semana vengan familiones a hacer sus picnic aquí, de hecho esos dían han aumentado la cantidad de visitas”, revela Doris con una sonrisa luminosa.

Además que están conscientes de que también crean ecosistemas, con la aparición de insectos, zorzales, tórtolas y hasta colibríes que encuentran un nuevo hogar en el jardín.

Y el círculo es aún más virtuoso. Según distintos estudios, observar un jardín puede acelerar la recuperación de una cirugía (imagínate compartir la primavera o el otoño), estimula los sentidos, aquieta la mente y cambia positivamente la relación entre los pacientes, y entre éstos y los auxiliares.

De hecho es por eso que los hospitales antiguos contemplaban patios internos en sus estructuras para que las personas salieran a tomar el sol y tuvieran contacto con una sanadora naturaleza.

La Fundación, en la que ahora también participan la socióloga Karin Weinreich y la trabajadora social María José Fuentes, agradece la acogida de los jefes de unidades y la dirección del hospital. Especialmente porque tienen claro que los centros asistenciales son un lugar que requieren cierto cuidado. “Es todo más lento y delicado” revela Doris.

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Crédito foto: Fundación Inspira

Por eso la colaboración es clave. Han trabajado de la mano con la Subdirección de Operaciones, Servicios Generales, la Unidad de Higienes Ambiental con el área de la Unidad de Pacientes Críticos y sobre todo, en cada jardín, con el equipo de mantención de las áreas verdes del hospital. Y esperan repetir lo mismo con los próximos proyectos en carpeta. Se viene el patio del Ceibo (conocido así por el gran árbol que se ubica en él) y que estará diseñado para acoger a distintos grupos de familias que vienen a ver a pacientes de la Unidad Pacientes Unidad de Pacientes Críticos (que incluye a la UCI y la UTI) y otro especialmente de personal médico de la UTI , en donde se viven los niveles más estresantes del hospital, por lo que el paisaje apuntará a la calma y contemplación a través de una fuente de agua y floración.

Paralelamente ya están trabajando en recuperar jardines del Instituto Nacional del Cáncer y del antiguo Hospital San José. “Cuando terminé de estudiar dije quiero trabajar en cualquier parte menos en un hospital, porque me conomovía demasiado y aquí estoy, me encanta, siento que es mi casa” termina diciendo Doris.

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En la imagen de derecha a izquierda, Verónica Novoa, directora de Innovación y sustentabilidad y Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

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Crédito foto: Fundación Inspira

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