Conmemorando los 145 años de su fundación como institución cultural en 1880, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) reestrenó su hall central y el perímetro del segundo piso, como parte de la primera etapa del Plan Maestro contemplado para el histórico inmueble. Las obras implicaron una inversión de más de mil millones de pesos del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural y fueron ejecutadas por la empresa Constructora BEC Ltda. Este 2025 se proyecta la impermeabilización de las cúpulas del tejado para evitar filtraciones y proteger la estructura, además de la conservación del anfiteatro en el sector norte. 

En los 12 últimos meses Santiago fue testigo de los trabajos de restauración del Museo Nacional de Bellas Artes. Una minuciosa labor de expertos que devolvió al edificio la impronta y brillo de sus inicios, cuando fue inaugurado en 1910 para el Centenario de la Independencia de Chile.

Junto con recuperarse la gigantesca cúpula vidriada y cientos de detalles ornamentales del palacio, se habilitó la circulación perimetral del edificio en el segundo nivel, tal como fue concebida originalmente por el arquitecto Emilio Jéquier, lo que además permitirá aumentar el espacio para futuras exposiciones. Aquí también se reemplazaron los pisos de madera con eucalipto y un color final que se ajustó a las tonalidades existentes en el museo.

Otro de los trabajos en madera, fue el de las 19 puertas de lingue de doble hoja que conectan con el hall central y los espacios comunes. «La restauración fue un proceso que buscó devolverles su belleza original y la consolidación de la madera. Se comenzó por quitar las capas de barniz acumuladas a lo largo de los años, revelando así las vetas ocultas de la madera, las molduras y los detalles decorativos que habían quedado cubiertos. El proceso reveló una rica historia, descubriéndose que las puertas estaban hechas de lingue, una especie endémica de Chile, lo cual fue un hallazgo significativo, pues esta madera es poco común y también se utilizó en las puertas de la Catedral de Santiago. Las vetas ocultas bajo el barniz fueron recuperadas, revelando su nobleza», especifica el MNBA.

El equipo de carpinteros -los mismos que realizaron la recuperación de la puerta de Morande 80 del Palacio de La Moneda- hicieron otro descubrimiento respecto a la quincallería (bisagras y otros elementos metálicos). Al inspeccionar las españoleas, identificaron que fueron elaboradas por la reconocida fábrica francesa Vachette, que ha estado en funcionamiento desde 1864.

También se recuperaron las maderas de los pasamanos y las barandas metálicas ornamentales de las escaleras y las estructuras de hierro fundido que sostienen los balcones del segundo piso. Entre las ornamentaciones destacan flores y guirnaldas en bronce, con un estilo art nouveau que simula largas enredaderas y hojas. Durante este proceso, uno de los hallazgos más sorprendentes fue el descubrimiento de dorados con purpurinas en los vértices de las barandas metálicas, los cuales se pensaba eran verdes dada la pintura con la que se cubrieron. Al remover la pintura, apareció un recubrimiento dorado, característico de una técnica decorativa utilizada en el siglo XIX y principios del XX.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

La recuperación de la cúpula
El hall central del Museo está coronado por gran cúpula de cristal con una estructura metálica, encargada a la empresa belga Compagnie Centrale de Construction de Haine Saint- Pierre y traída a Chile en 1909. Constituye un ejemplo de la arquitectura prefabricada metálica de la época que se exportaba desde Europa a diversos lugares del mundo y un signo evidente de la modernización del edificio. Esta estructura sostiene más de 2.700 piezas de vidrios tipo catedral reforzado, de distintos tamaños y formas.

Los trabajos -que se realizaron con avances por franjas de norte hacia el sur-  implicaron el cambio completo de 400 vidrios y de todos los sellos en mal estado que producían filtraciones los días de lluvia. De esta manera, se detectaron los vidrios rotos y se los numeró para poder identificarlos y reemplazarlos, al mismo tiempo que se limpió cuidadosamente el resto que se encontraba en buen estado. El resultado fue un impactante antes y después de luminosidad que permite contemplar de mejor manera tanto los detalles ornamentales del edificio como de las esculturas del primer nivel.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Pintura de muros y ornamentos
Las obras también se tradujeron en pintar los muros del hall central y de todos los pasillos. Gracias a los cortes estratigráficos, se descubrió no solo una variedad de colores, sino también distintos tipos de pintura, incluyendo aquellas elaboradas con cal, una técnica característica de la época. Este descubrimiento reveló tonalidades y texturas propias de la tradición artesanal de ese tiempo, que aportan una riqueza histórica invaluable al espacio.

Antes de iniciar el proceso de pintura se realizó un registro fotográfico detallado de todas las superficies afectadas, creando un archivo visual que serviría de base para el seguimiento de los trabajos de conservación. Tras la limpieza, se pasó a lijar suavemente las zonas dañadas para alisar las imperfecciones. Se repararon las fisuras y grietas y se aplicó una capa de sellador para luego dar una capa de pintura de acabado, lo que permitió restaurar el aspecto original de los muros y ornamentos, dejándolos restaurados y bien conservados para el futuro.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Por último, se instaló un sistema de climatización en el hall central, que actúa como un invernadero tanto en verano como en invierno. Este sistema garantizará una regulación eficaz de las temperaturas, proporcionando un ambiente confortable para los visitantes en cualquier época del año.

Los trabajos se programaron de modo que el museo se mantuviera abierto en su atención del público la mayor parte del tiempo. Sólo tuvo lapsos de cierre por motivos de seguridad, como cuando se instalaron los andamios de gran formato o cuando se realizaron obras que implicaron alta suspensión de polvo.

«Durante estos trabajos recibimos más de 500 mil visitantes, lo que se convierte en un record histórico de asistencia. Este es solo el comienzo de un plan que seguirá con nuevas etapas, asegurando que el museo continúe siendo un referente para las artes y un lugar vivo y transversal” destacó la directora del MNBA, Varinia Brodsky.

Las obras forman parte del Plan Maestro planteado por la dirección del arquitecto y Premio Nacional Fernando Pérez Oyarzún, continuado por la actual directora Varinia Brodsky. Cuenta con la guía del Consejo de Monumentos Nacionales y la supervisión del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.  Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Crédito de fotografía: Marcela Carrasco, Servicio de Patrimonio.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

Crédito de fotografía: Cristián Rojas.

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