Sus fotos están por todas partes. En decenas de publicaciones, sitios y unas cuantas cuentas de instagram. Mostrándonos un Santiago desde las alturas, desde donde la ciudad se convierte en un juego de texturas, luces y rastros de presencia humana.

Guy Wenborne es el autor de 130 imágenes publicadas en Santiago desde el aire. La apuesta de ARC-Editores (financiada por Entel y patrocinada por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile) que muestra el valle de la capital desde una perspectiva poco habitual. “En su contexto geográfico”, dice Guy.

Lo conocemos en su oficina de Las Condes, una mañana en la que hace un alto en sus expediciones. Y es que el 80 por ciento del tiempo está recorriendo y fotografiando el paisaje de nuestro territorio. Se lo ve sonriente, relajado, con una calma interior que se debe, probablemente, a que tiene uno de los mejores trabajos del mundo.

Hijo de un matrimonio de arquitectos, tuvo claro desde chico que no quería seguir el mismo camino. Las expediciones de niño con su abuelo Jorge (donde fotografiaban los peces que habían pescado) y una tremenda colección de revistas de la National Geographic le dieron las pistas de lo que quería hacer toda su vida. “Esas dos semillas quedaron profundamente en mí, me hicieron ser lo que soy ahora. Lejos lo que más me apasiona es retratar la naturaleza” confiesa entusiasmado después de una carrera de 26 años.

Ya en el colegio era conocido por sus instantáneas. La portada del anuario de 1984 del Saint George’s lleva una foto de su autoría: la arquitectura de la fachada reflejada en una posa de agua.

Estudió Agronomía Industrial como una tarea autoimpuesta, pero al poco tiempo se dio cuenta que no escaparía del mundo de las imágenes. Abandonó el entonces Instituto Profesional de Santiago, hizo unos cursos de extensión de fotografía y color en la Universidad Católica y desde entonces no paró más.

Crédito foto: Santiago desde el aire / Guy Wenborne

Partió primero con la fotografía de arquitectura, en donde adquirió disciplina. Sin embargo, buscaba un diferencial que encontró a 300 metros de altura. Los paseos en avión con su abuelo y su papá (ambos y él mismo son pilotos civiles), literalmente hicieron click en su cabeza. En el 2000 publicó Chile desde lo alto, el trabajo que recopila ocho años de fotografías aéreas. Impulso que lo llevó hasta donde está hoy: seis publicaciones que nos muestran parajes chilenos desde las alturas (trabajos por encargo de Enersis) y participaciones como fotógrafo principal en una veintena de publicaciones.

De ahí que la invitación de Soledad Rodríguez-Cano, de ARC-Editores, le viniera tan bien. Mostrar a Santiago desde el aire, le permitiría, según dice, acercarse a la ciudad “desde una mirada fresca y poco común”.

Soledad ideó el proyecto junto a Marcos Mendizábal, fotógrafo especialista en tomas de mediana altura. Veintiocho instantáneas de su autoría se incluyen en la publicación que también incorpora textos de otros cuantos amantes de la capital: los arquitectos urbanistas Marcial Echeñique y Pablo Allard, el director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) Francisco Brugnoli y el escritor y cronista Roberto Merino.

“Este libro permite mostrar planos tridimensionales que ayudan a la ubicación espacial. También me parece que muestra un Santiago amplio, donde se valoran diferentes barrios por sus propias características, los que además, bajo la mirada de Guy y Marcos adquieren una belleza única” opina Soledad de la publicación que retrata a Santiago entre el 31 de diciembre de 2013 y el 14 de septiembre de 2014.

Crédito foto: Santiago desde el aire / Guy Wenborne

En las imágenes podemos ver desde los fuegos artificiales de la Torre Entel al comenzar el nuevo año, hasta escenas tipo maqueta de lugares tan emblemáticos como la Plaza de Armas y Constitución, la piscina Antilén en la cumbre del San Cristóbal, el Museo de Arte Contemporáneo y La Moneda.

“Miles de imágenes quedaron fuera. Yo no participé en la edición de las fotos, la selección pasó por escoger lugares conocidos vistos desde el aire, para mí podría ser interesante o no, pero me di cuenta que a la gente le gusta ver eso lugares conocidos desde una perspectiva distinta, eso me pareció súper interesante”.

Crédito foto: Santiago desde el aire / Guy Wenborne

Tú hablas siempre del contexto geográfico de tus fotografías
Sí, porque para que mi foto pueda contar una historia necesito posicionarme en un contexto. Se nos olvida que estamos insertos en una geografía que nos acoge, rodeados de una cordillera, que nos cruza un río e invadidos de cerros dentro de la ciudad. Tenemos una ciudad muy bella, con naturaleza cerca.

¿Cómo fue la dinámica de las tomas que hiciste sobre Santiago?
Conozco mucho la ciudad desde el aire, y sé muy bien como funciona la luz en ella, así que los vuelos fueron planificados bastante al detalle y el rendimiento fotográfico por cada vuelo, fue tremendamente alto. No iba a ver con qué me encontraba si no que iba con un listado específico de objetivos a fotografiar a horas determinadas. Fueron vuelos bastante técnicos.

Pero me imagino que pese a esa planificación, siempre aparecen cosas inesperadas
Sí, claro. Uno planifica, pero la naturaleza te propone, a veces cosas positivas y otras veces no. A veces por el esmog o la neblina tuvimos que abortar la misión, no todo funcionó siempre, pero aún así volamos hartas horas y cumplimos más allá de lo que me propuso Soledad en cuanto a temáticas. Fue un problema para ella porque le propuse muchísimas imágenes, más de las que se imaginó.

Uno de los mejores momentos para fotografiar Santiago es después de la lluvia
Una de mis máximas preocupaciones fue hacer que la luz fuera atractiva dentro de las fotos de Santiago porque si todos los días fueran despejados como hoy, la luz sería bastante fome y plana. Así que siempre estaba planificando volar justo después de un frente de lluvia, en ese sentido quizás las fotos que están en el libro son muy optimistas desde el punto de vista de luz, creo que no hay fotos con esmog, que podría ser un aspecto negativo. No hay en el libro, pero sí las tomé.

¿Cómo es tu momento al hacer click, sabes en el aire cuándo ya diste con lo que buscabas?
Diseñamos rutas de vuelo, así que tomamos muchas fotos. Vas haciendo click click click, porque en el fondo los vuelos son cortos, de una hora a dos horas y media. Y es caro, entonces tengo que tener mucho rendimiento, después de dos horas puedes volver con mil fotos, esas fotos son distintas pero son series. Por ejemplo en la Plaza Constitución hice un 360, iba rodeando en círculo fotografiando desde todos los ángulos, a contraluz, a favor de la luz, con la luz por el lado y después viéndolas en el computador iba descartando las que no. Pero le proveía a la editora del máximo material posible para que tuviera una amplia gama de luces para elegir.

¿Mirar la ciudad desde arriba te da una sensación de estar más cerca de lo divino?
Sí, es como acercarse a Dios. Para mí lejos, el mejor lugar donde puedo estar es estar colgado arriba de un avión o un helicóptero mirando para abajo con todo el ruido del avión. Me encanta porque eso es pasar a otra dimensión, todo lo que está en la tierra, que el ruido de los martillos, de los autos, semáforos, que el teléfono, todo eso desaparece, todo lo humano desaparece e ingresas a otra dimensión que es la escala geográfica y que cómo seres humanos terrestres no estamos acostumbrados a tener esa visión, es la visión que tienen los pájaros y los pilotos.

¿Y eso te da una perspectiva para mirar la vida de otra manera?
Sí, una de las frases que más gustó cuando lanzamos el libro fue la de “tomar distancia”. Aquí cerca estamos invadidos de tanta información que no nos vemos, no nos encontramos.
Es bueno tomar distancia para mirarse uno mismo, para mirar la ciudad en un contexto geográfico, tomar distancia de los problemas y el tomar distancia de tu vida real a veces te hace verla desde otra perspectiva.

Crédito foto: Guy Wenborne

Crédito foto: Santiago desde el aire / Guy Wenborne

Crédito foto: Santiago desde el aire / Guy Wenborne