Se acaba de esconder el sol en Santiago y en el cerro San Cristóbal suben autos y buses con cientos personas para participar de la cuarta versión del evento Gran Noche de Estrellas.

Llego al anfiteatro Neruda, justo, justo. El folclorista Jorge Yáñez y amigos están por terminar su presentación, aprovecho de hacer unas tomas de lo que queda del atardecer y comienza la charla del astrónomo Juan Cortés.

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La jornada de observación nocturna, organizada por el Parque Metropolitano y el Observatorio ALMA, parte con una simple y gran pregunta: ¿qué hay en el cielo esta noche?

En medio de los pastos secos del cerro (y con la felicidad de sentir su aroma), me recuesto a mirar las estrellas mientras la voz del astrónomo se confunde con la de los grillos. Tomo conciencia de que ha pasado mucho tiempo desde que no escuchaba grillos y varias otras noches más, desde que no me detengo a mirar lo que se alcanza a ver de las estrellas. Porque lo primero que dice Juan Cortés es que por la contaminación lumínica de Santiago NO vemos la galaxia en donde vivimos, la Vía Láctea, pero sí Marte, la nebulosa de Orión con las tres marías, las tres chepas y el brillante Sirius.

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La exposición sigue con las características de Júpiter, Saturno y Urano y la infinitud de nuestro universo. “Un niño de otra galaxia lejana podría estar preguntándose al igual que nosotros si hay vida en este mar de estrellas” reflexiona el astrónomo.

Momentos después nos habla de Campo Ultra Profundo de Hubble, una región oscura que a simple vista pareciera no tener nada pero que en realidad contiene al menos 10 mil galaxias.

Ya terminando es el turno de las preguntas y respuestas. Ahí un niño chico levanta la mano y nos deja asombrados a todos: ¿cómo es una estrella por dentro? pregunta. Y el astrónomo responde “como un diamante con mucho calor”.

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