*Por Daniela Jorquera

A lo lejos se oye el tren, a lo lejos. Y no estoy soñando, ni tampoco me están penando los trenes del pasado. Sino que vivo cerca de la ex estación de tren Yungai (como era su nombre originalmente), por donde aún pasa un tren de carga que viene desde el norte.

En las calles aledañas se mantienen algunos adoquines y antiguos rieles. El barrio donde vivo, solía ser una zona de fábricas e industrias: Sal Lobos; Leche del Sur; Odeón; Cemento Melón; funcionaron por aquí. Seguro el tren pasaba por ellas para llevarse sus productos  a regiones.  Tal como indica Santiagocapital.cl este sector “llegó a convertirse en uno de los polos industriales de la ciudad, gracias a las numerosas maestranzas y talleres aglutinados a lo largo del trazado ferroviario que conectaba la Estación Mapocho con el Ferrocarril Longitudinal Norte”.

Por el Parque Los Reyes aún se encuentran recuerdos tangibles de aquellos tiempos en donde los trenes salían de Mapocho. Tal vez permanecen porque pasan inadvertidos y mimetizados con el parque. Ruego al infinito que nunca los saquen. Soy una romántica cuando se trata de nuestro patrimonio y no pierdo la esperanza de que algún día llegue a Chile un/a visionario/a que quiera invertir en recuperar el tren de pasajeros.

La historia de mi papá
Mi padre tiene una anécdota muy buena sobre este tren. Hace poco le pedí me la recordará para intentar ser lo más precisa en datos, nombres y fechas. La historia parte con la cimarra que hacía en el liceo en donde estudiaba y que quedaba por calle Vivaceta. Algo lejos de la estación si se piensa para un niño de básica. Resulta que junto a otros 7  «enanos pelusas» se iban directo a la panadería La Selecta en calle San Pablo casi esquina 21 de mayo, allí algunos se envalentonaban y robaban dulces que llevaban como botín para su viaje. En la Estación Mapocho se colaban por la puerta del costado y corrían directo al tren “Popular” el cual llegaba hasta San Bernardo. La ruta comenzaba en el Parque Los Reyes, seguramente estación Yungai, y continuaba al mítico túnel de calle Matucana: la mejor parte de este paseo gratuito por lo que dice mi padre. De ahí seguía hasta Estación Central donde concluía el viaje… hasta el día siguiente cuando la pandilla volvía a repetir la historia.

Colección de viajes en tren
El año 2016 llegó a Barrio Yungay y Balmaceda la excelente iniciativa artística llamada “Espacios Revelados”, como su nombre lo dice revelaba historias del barrio abriendo espacios que habitualmente permanecen cerrados e inaccesibles. Una de estas intervenciones fue “El mitín de Yungay” de Pilar Quinteros. Según el argumento de la obra: “La estación, construida a finales del siglo diecinueve, representaba la clase trabajadora residente en el barrio durante la época de la modernización industrial. En 1905, a raíz de una grave crisis económica que desembocó en una serie de manifestaciones de protesta, llamadas el “Mitín de la carne”, la estación fue quemada por los mismos obreros como gesto de defensa contra la represión estatal”. La construcción terminó de venirse abajo con el terremoto del año 1985.

De la era de gloria de los trenes queda poco. Recuerdo en los  noventa  ir de vacaciones en familia a Osorno. Probablemente ese fue uno de los últimos trenes de paseo al sur. Luego hace unos años, tuve la suerte de disfrutar del Tren del recuerdo, un proyecto de la Asociación Chilena de Conservación del Patrimonio Ferroviario, que evoca el antiguo viaje en tren de Santiago a San Antonio. Traslado que dura 3 horas 30 minutos y que cuyo tren cuenta con cuatro coches: salón, primera clase, super salón y comedor. Nosotros viajamos en primera clase que no es el más top pero sí es un bello espacio. A la fecha he conocido más gente que se ha animado a viajar en él. 

También está el ramal Talca-Constitución, el que conocí en un viaje fugaz de los secos de Chile Sorpréndeme. El viaje en el llamado Buscarril, fue una poesía visual que me recordó la película La lección de pintura, y esos cuadros que se encuentran del Bellas Artes y que retratan el campo chileno… ¿se imaginan esa neblina entre los bellos Álamos que bordean el río Maule cuando amanece? Había pensado que los álamos estaban extintos, no sé ¿por qué? Que ridícula soy.

Este año  fui a Conce. Quería conocer Penco y otros lugares cercanos, así fue que descubrí que ¡¡podía llegar en bus a Chillán y desde ahí regresar en tren a Santiago!! en donde mi querido Patog (mi pareja) me esperaría en el andén -cual película de antaño- en una postal muy romántica que por suerte fue realidad. Para ponerle más color (en buen chileno): me lancé a sus brazos al bajarme.

Por estos días, en mi Instagram me apareció la publicidad del tren «El Valdiviano” que va de Valdivia a Antilhue (ida y vuelta) a orillas del Calle-Calle, pasando por  los humedales. Hace rato le tengo prometida una visita a una amiga por esos lados, tal vez ya sea hora de concretar eso, y coleccionar otro viaje.

Mientras escribo esto en casa de los padres de Patog aquí en el Monte, pasa el tren, suena el silbato y corro al patio a grabar un audio para compartirlo con ustedes. ¿Qué mejor manera para terminar esta nota? Pd: perdonen al Bobby, Cholo y Princesa, a estos oídos perrunos no les agrada tanto el silbato del tren como a mí.

 

X