Hace cuatro años sabíamos que Santiago estaba instalado en un valle rodeado de cerros. Pero qué cerros, en qué estado estaban y cuál era su potencial fue algo que como ciudad aprendimos de la Fundación Santiago Cerros Isla, que instaló en la agenda pública tanto el concepto como las posibilidades de estos 26 cerros que son parte del territorio en el que estamos inmersos: 5 mil hectáreas que subirían nuestro promedio de 3,7 a 11m2 de áreas verdes por persona. Esto especialmente considerando que estamos bajo el estándar internacional (20m2) y que tenemos disparidad entre las comunas por las desiguales socioeconómicas. Así, mientras Recoleta tiene 1,8m2 de áreas verdes por persona, Vitacura alcanza un promedio de 7,9m2.

Cerro La Ballena, Puente Alto, 2014. Crédito de foto: Guy Wenborne

“El 2013, cuando empezamos, llamaba a la municipalidad y no tenían idea que tenían un cerro isla, ahora se han hecho concursos de parte de la Intendencia, hay cuatro proyectos que se están concretando desde los municipios (Lo Barnechea, Renca, Recoleta y San Bernardo), entonces veo que estamos súper bien encaminados”, nos cuenta Catalina Picón, directora ejecutiva de la agrupación y parte del equipo iniciador junto a Etienne Lefranc, Fernanda Ruiz y Antonia Besa.

Desde entonces, han liderado investigaciones para influir en las políticas públicas, han participado en cambios normativos y también han contado su experiencia en diversos foros internacionales, a lo que se suma el premio Avonni y la invitación de Naciones Unidas a la mesa de trabajo para la agenda 2030 en el tema de desarrollo sostenible. Camino recorrido que  vienen a documentar y compartir en el libro Cerros Isla de Santiago: Construyendo un nuevo imaginario de ciudad a partir de su geografía, hito que marca el final de una etapa y el comienzo de otra, en donde esperan entusiasmar al mundo privado para financiar proyectos. Construir no sólo parques urbanos, sino que también levantar ideas que miren la ciudad en el largo plazo, con iniciativas sustentables que se acoplen al crecimiento demográfico.

Fotos a lo alto y a lo bajo
El las páginas del libro encontramos el análisis de siete académicos y profesionales de ámbitos tan variados como la ecología, la economía, la arquitectura, el urbanismo, la historia y el patrimonio; junto al registro fotográfico de Marcos Zegers y Guy Wenborne.

Mientras Marcos retrata el uso y el contenido humano de los cerros, como cuando se convierten en verdaderos patios, como el caso de un señor que saca a pastorear a sus animales en el cerro Calán; Guy plasma la belleza, el abandono y el contraste desde un helicóptero.

Cerro Calán, Las Condes, 2016. Crédito de foto: Marcos Zegers

“Antonia Beza me contactó para que inventáramos cómo generar material fotográfico de los cerros isla. Eso fue el 2014, se consiguieron un helicóptero e hicimos tres vuelos en distintas épocas. Volamos con un mapa donde tenían marcados todos los cerros y fuimos uno a uno registrando, desde los más pequeños que habían en La Pintana y Cerro Navia (que yo no tenía idea que existía y que es un pequeño cerrito pero ahí está) hasta los más grandes que no me caben en una foto”, recuerda Guy. Imágenes de verano, con cerros secos, teñidos de café y amarillo y otras de invierno, con los terrenos más verdes, en donde también queda en evidencia la escala y el contexto urbano, ya sea por los barrios industriales, comerciales o residenciales o por los barrios más ricos y los más pobres.

Cuando le preguntamos cuál fue la mayor sorpresa desde el aire, nos asegura que por una parte, fue la cantidad de cerros, “porque uno tiene la percepción pero otra cosa es verlos como unidades cada uno catalogados dentro de un espacio geográfico”, y la disparidad entre uno y otro. «Hay algunos cerros que digo yo, que le han sacado la cresta. En la Florida, el cerro Ballena son canteras de extracción de áridos y la sufren porque realmente los están picoteando y otros maravillosos como el cerro Santa Lucía que es una maravilla. Pero si me di cuenta que hay muchas oportunidades de crear en estos cerros espacio público para la ciudad”.

“Aunque el ingreso per cápita se mantenga igual, todo cambia cuándo tienes frente a tí un parque en lugar de un basural”, dijo durante el lanzamiento del libro, el ex intendente Claudio Orrego. Durante su administración, el gobierno regional aprobó 13.500 millones de pesos para convertir el Cerro Chena en un parque urbano. 

Durante la presentación del libro en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, donde participaron el ex intendente Claudio Orrego; el alcalde de Renca, Claudio Castro; el historiador Miguel Laborde y algunos de los académicos participantes de la publicación.

Cerro Las Cabras, Puente Alto, 2014. Crédito de foto: Guy Wenborne

Cerro Alvarado, Vitacura, 2016. Crédito de foto: Marcos Zegers

Cerros de Renca, Renca, 2014. Crédito de foto: Guy Wenborne

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