*Por Diego Escobedo
Santiago es una ciudad de túneles secretos. Varios aparecen ocasionalmente, ya sea por la construcción de alguna línea de metro o edificio, y en torno a estos se tejen las más variadas leyendas. Desde el tesoro perdido de los jesuitas a fosas clandestinas de la Dictadura.
Pero hay un túnel que ha oscilado entre la oscuridad y la luz desde hace un tiempo. Hablamos de los Tajamares de Providencia, los cuales volvieron a quedar al descubierto en medio de las manifestaciones.
Los tajamares son diques o muros de contención de agua. Su función era contener las crecidas de agua del río Mapocho, y fueron construidos a lo largo de todo el siglo XVIII, siendo uno de sus principales impulsores el conocido corregidor Luis Manuel de Zañartu, artífice del Puente Cal y Canto.
La estructura que encontramos en el Parque Balmaceda, en la comuna de Providencia, corresponde a una de las últimas levantadas por las autoridades coloniales, como revela la placa instalada al interior del túnel, la cual reza: “Gobernando el excelentísimo Don Luis Muñoz de Guzmán (gobernador de Chile entre 1802-1808) concluyeron los diques en el año 1805”.
Tras la Independencia, y con la canalización del Mapocho a fines del XIX, esta infraestructura pasó al olvido, hasta que fue redescubierta en 1977 durante la construcción de la Línea 1 del Metro de Santiago. La sorpresa de las autoridades de la época fue mayúscula al encontrarse con el buen estado el túnel, el cual convirtieron en un museo subterráneo en 1980. No obstante, dada la poca concurrencia, el recinto cerró en 2003. Años después, en invierno de 2016, volvió a hacer noticia con motivo de la rotura de una matriz de agua potable que terminó por inundar sus dependencias. Daños que habían sido recientemente reparados tras un proceso de restauración liderado por la Municipalidad de Providencia, que conservó los muros del tajamar a través de secado, eliminación de sales y reconstrucción de secciones de ladrillos desprendidos. Obras que tuvieron un costo total de 102 millones de pesos y tras lo cual existía la intención de traspasar la administración del espacio al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Sin embargo, la contingencia cambió los planes, luego que los manifestantes echaran abajo la cerca de madera que mantenía cerrado el ex museo quedando a merced de rayados, basura, e incluso los rastros de la personas que viven en la calle.
Testigo del paso delos siglos, y nuestros agitados días. ¿Cuál es el destino que les espera ahora a los tajamares?