Radicales es el nombre del proyecto multicultural con lógica de casa okupa que está ubicado en el ala poniente de la “casona Ariztía”, la misma en donde se ubica el Bar The Clinic. Tras la puerta de Monjitas 580 te puedes encontrar con otro mundo: una tienda-galería en constante movimiento, una cafetería y una sala de cine. Esto sólo en el primer piso, porque subiendo las escaleras de esta construcción de 1925, diseñada por los arquitectos Ismael Edwards Matte y Federico Bieregel, la historia sigue con los juguetes eróticos de Japi Jane, y espacios libres para bar y fiesta.

En el tercero está el estudio de tatuadores Tattoo Rockers y las oficinas de Santiago Creativo y ya en el cuarto piso, el espacio se corona con las mentes creativas del nuevo canal de TV Digital también llamado Radicales.

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En sus casi nueve décadas de historia, la propiedad -que ocupa la esquina sur de Monjitas con Miraflores- ha tenido fines habitacionales, políticos, educacionales y policiales. “Fue construida por encargo de Luisa Ariztía de Edwards, tía de Ismael, como residencia. Tiene distintos accesos y espacios comunicados por escalas interiores” explica Patricio Duarte, académico del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile.

El edificio corresponde a un estilo neobarroco hispanoamericano, con fachada retablo en el vértice, columnas salomónicas en forma de espiral y balcones corridos. “Dentro de Santiago es la casona que alcanza la máxima expresividad del estilo neobarroco” argumenta el arquitecto, quien también observa una influencia limeña en la construcción. Sin embargo, la casa de 1.400 metros cuadrados también tiene elementos góticos como las gárgolas de piedra en las caídas de agua y las en fierro que sirven de ornamentación.

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En 1946 la casona comienza su larga lista de dueños. Primero la compra Justo Villanueva Castro y en 1972 pasa a manos del entonces Partido Izquierda Radical (PIR) que la adquiere en 800 mil escudos. En esa época, también funciona en el mismo espacio la Radio Yungay y tras el golpe militar, el inmueble es confiscado y destinado desde 1977 a oficinas de la Policía de Investigaciones. Posteriormente es sede del Instituto Chileno Británico y en 1999 la propiedad vuelve al Fisco, momento en que los partidos PPD y PRSD, continuadores legales del PIR, pidieron su restitución pasando a manos de los radicales hasta el 2009.

“La Municipalidad de Santiago fue la que gestionó su protección como Inmueble de Conservación Histórica” recuerda la asesora urbanista del municipio Sandra Gysling, quien detalla que el ex alcalde Rául Alcaíno congeló los permisos de edificación cuando la propiedad estuvo a punto de venderse a una inmobiliaria que proyectaba en el terreno un edificio en altura.

Sin embargo, el destino quería otra cosa. Tras una serie de ofertas y polémicas respecto a su venta, el inmueble es comprado en su totalidad por la inmobiliaria RAC en $ 650 millones, que arrienda el espacio a los dueños del Bar The Clinic, los mismos detrás de Espacio Radicales.

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La casona, que posee dos chimeneas y hasta un ascensor, fue dividida en dos partes en 1946, muros que ya fueron derribados para dar una  suerte de continuidad entre el bar y el nuevo espacio, aún cuando cada lugar tiene objetivos diferentes.

“Empezamos a leer al público y ver las cosas que faltaban. El bar cumplía muy bien las expectativas pero habían otras inquietudes que no teníamos como resolver, como dónde ir a bailar” afirma Patricio Mora, gerente comercial del proyecto y uno de los cuatro socios del bar.

Desde esa inquietud se inició todo. Los trabajos en el ala poniente partieron en julio 2012,  se pulieron los pisos de parquet intentando rescatar la funcionalidad original de los espacios.  Guiándose por los planos de la casona, el arquitecto a cargo Cristián Contreras recuperó los arcos y lo que quedaba del patio de luz principal, que en los años 50 prácticamente desaparece con una ampliación y una escalera.  “Donde está ahora la galería funcionó la sala de gimnasio de la casa, de hecho se pueden ver los ganchos desde donde se colgaban los punching ball y las peras de boxeo” detalla Contreras quien destaca el valor de los tallados en las maderas de las puertas, los espejos originales y los coloridos vitraux en las ventanas y un púlpito por la entrada de Miraflores.

La cochera de la casa, que luego se transformó en teatro, es ahora la sala de cine de Radicales. Aquí, en una de la cincuentena de butacas rescatadas del Cine Huérfanos se puede disfrutar de la cartelera de documentales,  cine chileno y películas europeas y bizarras.

Tremenda reinvención de espacio, que va sumando proyectos a medida que pasa el tiempo. Si hasta en este mismo lugar tuvimos nuestra oficina de 100en1día!

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