Fue en 1997, mientras trabajaba para el Museo Benjamín Vicuña Mackenna, cuando Ricardo Pereira se encontró por primera vez con las fotografías del archivo de Chilectra. Imágenes de Santiago de principios del siglo XX que junto a la instalación de generadores, cables y tendido eléctrico, muestran las calles, costumbres y personas que vivieron hace 100 años.

“Estábamos haciendo varias cosas para mejorar las exposiciones y entonces me encontré con unas fotografías de Santiago, cuando fui a la fuente me enteré que eran de Chilectra e hice el seguimiento. La sorpresa fue encontrar este material valiosísimo en condiciones lamentables, arrumbado en una habitación pequeña con unas cajas encima de otras y con algunas placas de vidrio rotas”, recuerda el ciudadano español, hoy conservador de las imágenes y coautor de la publicación Luces de Modernidad.

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Son en total 20 mil piezas fotográficas, 9 mil en negativos blanco y negro que incluyen las mencionadas placas de vidrio y las de soporte plástico (de acetato y nitrato de celulosa, altamente inflamables), y el resto copias del tipo contacto, realizadas en gelatinas y cianotipos guardadas en álbumes.

Fue tal la emoción de Ricardo que no dudó ni un segundo en que su misión sería recuperar el archivo a como de lugar. Junto al historiador y fotógrafo Gonzalo Leiva, y al periodista de la compañía eléctrica, Cristián Sandoval, iniciaron las gestiones para salvar el material, que había sobrevivido de bodega en bodega a dos inundaciones. Convencieron a Chilectra del valor patrimonial de las imágenes, y después de tres años de gestiones, comenzó el proceso de restauración. Con fondos de Enersis acogidos a la Ley de Donaciones y con una alianza con la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile de por medio, se inició el proyecto que terminaría con el rescate del 50% de la colección y la edición de cuatro publicaciones recopilatorias, incluida la más conocida de todas: Luces de Modernidad, que se puede encontrar en formato digital en www.nuestro.cl.

También se donaron 500 fotografías al Museo Histórico Nacional, se realizó una exposición itinerante con 60 copias en papel, se distribuyeron gratuitamente 20 láminas a través de El Mercurio, se regaló un CD a las escuelas públicas y además se realizaron otras publicaciones impresas para los trabajadores de Chilectra.

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Recuperando un pedazo de historia

El proceso de restauración duró tres años. Se trasladó el material a un lugar de trabajo especial, se clasificaron las piezas y se separaron de acuerdo a su deterioro, que en las copias se traducía en desvanecimiento de la imagen, amarillamiento y pérdida de la emulsión, entre otras cosas.

Las placas de vidrio se limpiaron y se restauraron para luego almacenarlas en sobres y cajas especiales de papel y cartón libres de ácido, que garantizan la conservación a través del tiempo.

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“Afortunadamente no nos hemos equivocado porque este archivo ha pasado a ser el más importante del Santiago de principios de 1900. A Chilectra le fue muy bien porque llegó a un amplio sector público. Yo me he encontrado las fotografías en tiendas de todo tipo, desde zapaterías antiguas y casas particulares hasta restaurantes” nos dice el conservador.

Las imágenes no tienen autor individualizado porque muchas de ellas fueron capturadas por el propio personal de la empresa, que tenía como fin registrar los avances de las obras. Pese a esa intención, el material se convirtió en un imponente testimonio de la modernización del país, con la implementación de los tranvías, pertenecientes a Chilectra hasta la década del 50, cuando pasan a manos del Estado; la construcción de las primeras centrales hidroeléctricas (Los Queltehues y Los Maitenes); las torres de alta tensión y todo el tendido eléctrico a lo largo del país.

«Lo interesante de este archivo es que va más allá de las imágenes institucionales, que se refieren directamente a la actividad productiva, incluyendo otras muy extraoficiales, como fotos en el club de boxeo y el baile de cueca en una celebración de fiestas patrias. Las fotos son tomadas por fotógrafos contratados por la empresa, que sin embargo tuvieron una mirada y un interés por mostrar las realidades sociales del lugar donde estaban operando y transformando la ciudad con sus obras», detalla Gonzalo Leiva en www.nuestro.cl.

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Hoy el archivo está resguardado en condiciones especiales, a temperatura e iluminación adecuada, y se ubica en el edificio corporativo de la compañía bajo un estricto control de acceso. Además está disponible para cualquier persona, siempre y cuando su uso tenga fines culturales y educativos y nunca lucrativos.

Gran gestión tanto del equipo a cargo de la restauración y publicación, como también de Chilectra, considerando que su negocio no es el tema fotográfico sino que la distribución de energía eléctrica.

Sin embargo, para Ricardo aún queda por hacer. Su sueño es que el material esté disponible en computadores para consulta ciudadana y debidamente catalogado con su fecha y lugar. Y que se rescate el otro 50% de la colección, además de cuidar la preservación de los originales porque según dice, la digitalización no es 100 por ciento segura.

“Yo soy el conservador fotográfico del archivo, el loco de la empresa, voy para allá y cada vez que puedo les converso y les hago ver el valor del archivo que es incalculable” concluye Ricardo.

 

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