La celebración del Día del Patrimonio siempre tiene un sabor a nostalgia.
El recorrido que hicimos por el Barrio Concha y Toro nos recordó nuevamente lo que hemos perdido como ciudad.
Construcciones de la Alameda Bernardo O’Higgins, entre Matucana y Amunátegui son prueba de ello. Palacetes y mansiones que tuvieron décadas de esplendor hace un siglo están hoy en abandono, descuidadas o convertidas en locales comerciales que sufren de continuos rayados (que no hay municipio que resista). Tal es el caso del Teatro Carrera que alberga a un restaurante de comida china. En su fachada de 1927 se mantienen los mandalas decorativos de flores y las cuatro caras de bufones que daban la bienvenida al público de películas y obras de teatro.
De hecho el edificio, diseñado por los arquitectos Gustavo Monckeberg y José Aracena, que alguna vez tuvo 1.500 butacas, fue el primer cine sonoro del país, cerrando a comienzos de la década del 60 para luego ser una discoteca.
Un destino similar es el que tuvo el Palacio Elguín, en la esquina de avenida Brasil. El primer piso de la imponente construcción de elementos bizantinos, góticos y renancentistas, es hoy un ferretería. Y según un vendedor de sopaipillas que nos encontramos, la parte trasera es también bodega de su carro y el de otros colegas, en un lugar en donde dijo “hay también mucha basura”.
Los terremotos y un incendio echaron abajo dos de sus tres cúpulas, al tiempo que su ala oriente fue demolida para dar paso a una construcción de departamentos. Engendro que poco tiene que ver con los vitrales, esculturas y el gran vestíbulo de triple altura que llenaba de orgullo al acaudalado empresario minero Nazario Elguín.
Sin embargo, la pérdida mayor (al menos en este sector) es la del Palacio Concha Cazotte de 1875. Teodoro Burchard, el mismo arquitecto que tiempo después haría el Palacio Elguín, proyectó la construcción para el magnate de la minería, José Díaz Gana. Todo el Palacio era una apología al lujo. Desde el parquet dibujado de los pisos y las 10 lámparas arañas de Baccarat hasta las tres aparatosas chimeneas (de mármol y bronce, onix y otra morisca con incrustaciones de nácar) y una laguna artificial con cisnes incluidos. La crisis económica obligó a Díaz Gana a desprenderse de la propiedad que terminó comprando Enrique Concha y Toro como regalo de matrimonio para su mujer Teresa Cazotte Alcalde.
De ahí el nombre con el que fue conocido esta mansión de 3.500 metros cuadrados, escenario de la elite de comienzos del siglo XX y en donde se realizó en 1912 un recordado baile de disfraces en honor al santo de Teresa. El 15 de octubre de ese año, pomposos carruajes llenaron la Alameda para trasladar al grupo más selecto de la sociedad chilena que vistió esa noche exóticos trajes de plumas, sedas y encajes adornados con brillantes, esmeraldas, tocados y sombreros. Glamour que se fue apagando tras la crisis de 1929 y que terminó con su demolición en 1935 (este sector es hoy el Barrio Concha y Toro).
Tres historias que nos hablan de la falta de cuidado sobre nuestro patrimonio arquitectónico y que se enfrenta continuamente con lo que queremos preservar. Sin embargo, como dice la canción, siempre hay esperanzas. Muestra de ello es la recuperación de la casa de la escritora Inés Echeverría Bello («La Iris») hoy convertida en el hotel Landay y el patrimonio vivo de las nuevas generaciones. Y eso porque en el recorrido de esta mañana, uno de los hitos era el Liceo de Aplicación en donde entre los guías se encontraba Sigfrido Rodríguez. Estudiante del 8A, que a sus 14 años, con un desplante y carisma únicos, mostró su pasión por la historia y el patrimonio, de una manera tal, que nos hace creer que todo es posible.
“Me encanta la historia y cuando grande quiero ser arqueólogo para encontrar el tesoro de los Templarios, que creo saber dónde está” dijo. Lejos, la mejor sonrisa, con la que nos encontramos hoy.
** El recorrido estuvo a cargo de un grupo de organizaciones del Barrio Concha y Toro: Círculo Patrimonial (Sebastián Soto), Espacio de las Artes Concha y Toro (Alejandra Balboa y Lorena Bruna),Chile Nostálgico, Landay Hostal y Romántica Santiaguina (Sara Ruiz).
