Día del patrimonio. Santiago amanece con neblina, cuesta salir de la cama, pero es cosa de tomar la bici y empezar el día. Ciclorecreovía al poniente y la primera parada es el ex Congreso Nacional y su Biblioteca. Un edificio histórico de 1876, diseñado por el arquitecto francés Brunet des Baines, de estilo neoclásico y que demoró 19 años en construirse.
Los vitraux de los tres salones principales son un impacto visual, al igual que los imponentes óleos de Fray Pedro Subercaseaux representando El descubrimiento de Chile y el de Thomas Somerscales con la escuadra chilena entre las olas. Tema aparte son las columnas corintias de la fachada y los jardines exteriores, plácidos para quedarse todo el día.
El camino siguió al Barrio República, con sus lujosas residencias neoclásicas que albergaron a las familias adineradas del 1900 que hicieron su fortuna por sus actividades comerciales y por las minas del salitre.
El Palacio Erquiñigo data de 1919 y es obra del arquitecto Ricardo Larraín Bravo, el mismo que proyectó la Iglesia de los Sacramentinos y el Palacio Iñiguez. Con sus tres pisos y escalera imperial llama la atención con su sala de música y su pequeño balcón para tomar un descanso.
Después de ser residencia fue ocupado por la Droguería Michelson y hoy es sede del Instituto Profesional de Chile.
En el Palacio Cousiño la visita sólo pudo ser a sus jardines, porque después del terremoto de 2010 los daños aún están a la vista. «Aún no han empezado» dijo un guardia mirando la estructura que deja ver una grieta en su fachada.
El Palacio fue residencia de la familia Cousiño-Goyenechea, una de las más acaudaladas familias de Santiago, dueños de la mina de carbón de Lota, la mina de plata de Chañarcillo y la viña Cousiño-Macul.
Fue la primera propiedad en tener un generador eléctrico y un sistema de calefacción, con agua caliente y fría. En una de las puertas de la construcción del arquitecto francés Paul Lathoud, se puede leer el nombre de Isidora, quien quedó viuda de Luis Cousiño en 1873 y se convirtió en su época en una de las ocho mujeres más ricas del mundo.
La casona, que hoy alberga la casa central de la Utem, perteneció al ministro Manuel Camilo Vial en tiempos en que era Presidente del país Manuel Bulnes Prieto (1841-1851).
Con tres patios con zaguán, limoneros y galeras vidriadas, tenía en su entrada original piedras de río y en el patio trasero la cocina y despensa que también contaba con una acequia y aves de corral.
Cuando el Estado compró la casona y la donó a la Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, se mandó a construir una capilla. Inmueble de estilo neogótico de 1903 que cuenta con una bóveda estrellada y siete vitrales traídos desde Francia hechos por el artista afamado de la época, Lucien Bégule.
El Palacio Astoreca, actual Colegio de Contadores, es obra del arquitecto Alberto Cruz Montt, quien también diseñó el Club de la Unión y el Círculo Español.
Aquí lo que sorprende es la historia contada por sus guías. La calle Dieciocho tiene ese nombre debido a que los Presidentes tenían que pasar cada conmemoración de la Independencia (18 de septiembre) al Campo de Marte (Parque O’Higgins).
En esos tiempos, por imposible que pareciera, las calles eran de pino oregón, sólo para que los habitantes de las casas señoriales pudieran jactarse de sus carruajes y el sonar de las herraduras de sus caballos.
La Iglesia de San Ignacio terminó de construirse en 1872. Diseñada por el arquitecto italiano Eusebio Chelli tiene en su puerta de entrada la leyenda en latín «Haec set domus Dei et porta coeli» que significa «esta es la casa de Dios y la puerta del cielo».
Una de sus torres tiene un reloj de cuatro esferas y la otra un campanario. Al interior del templo también está un imponente órgano de 2.200 tubos, uno de los más grandes de Santiago.
El Palacio Eguiguren fue diseñado por el arquitecto Alberto Cruz Montt en el año 1918 por encargo del político Luis Eguiguren Valero y su esposa Elisa Irarrázaval Correa.
Aquí el atractivo, de la actual sede de Duoc, estuvo dado por sus guías vestidos a la usanza del 1900 y la música de cámara con vals que nos hicieron retroceder en el tiempo.
En la calle una burrita paseó a algunos de los visitantes por el barrio, también rodeado de construcciones señoriales en abandono, en pésimo estado y que nos hablan de que queda mucho por hacer en el tema patrimonial. Porque no sólo se trata de los hermosos palacios, si no como decía la marcha de ayer, del patrimonio humano, de los barrios y de decenas de construcciones que han sido dejadas de lado. Que hayan tenido un feliz #Diadeltrimonio.
