Cruzando la puerta de Purísima 251 te encuentras De Pablo a Violeta, una nueva experiencia gastronómica y muy a la chilena en donde la frase que mejor resume es: perfecta sincronía. Y es que en este lugar, no sólo disfrutas de una cocina criolla llena de sabor y color, sino que también de una vivencia musical que llena los espacios de las tres horas que permaneces en el lugar.
Todo con una puntualidad asombrosa en donde está pensado hasta el último detalle. Te esperan en la puerta de esta casona, de más de 100 años, con tu nombre y una sonrisa. Dentro, un grupo de 15 actores-músicos te reciben con atuendos campesinos. Uno de ellos representando al mismo Pablo Neruda, el gran anfitrión de la casa.
Estamos en el patio interior y las bandejas pasan entre los invitados con deliciosas sopaipillas y empanadas, pebre con quinoa, ostras, machas a la parmesana y un sabroso ceviche, cóctel de antesala para el cordero magallánico que se asa durante cinco horas en el fogón del centro. Corren copas de borgoña y vino y antes de decir salud, ya te están invitando a bailar cueca en los salones cercanos. Viene el brindis, un poema recitado por «Neruda» y luego otro canto y otro baile que nos transporta a las tierras chilotas.
Cada minuto avanza cronometrado, siguiendo un programa que nos conduce ahora por un pasillo hasta el acogedor teatro comedor. En el camino nos acompañan los músicos con su bombo, un afilador de cuchillos y una manicera que alegremente reparte sobres de semillas.
En este ambiente festivo nos espera una entrada lenguas de cordero escabechadas, tartarito de centolla, espárragos salteados y pan amasado para acompañar. Terminamos de comer y en el escenario es la hora de la cueca brava y los boleros de Valparaíso.
Sigue el plato de fondo con tres alternativas para elegir: una maravilla de cordero al palo con papas chilotas, un caldillo de congrio y un chupe de centolla austral gratinada en parmesano. Exquisiteces preparadas por el reconocido chef patagón Rodrigo Pizarro.
Nuevamente dejando el tenedor, aparece el elenco protagonizando un cuadro de danza y ceremonia mapuche que en instantes pasa a transformarse en música y baile rapa nui.
Finalmente llega el postre, una degustación de mote con huesillo, leche asada y arroz con leche. Y punto seguido, terminando el show, un carnaval andino con la alegría del norte chileno, que te hace saltar de la silla para salir bailando en caravana con una copa de vino en mano.
“Este es un elenco exclusivo de De Pablo a Violeta, un núcleo con el que recorremos Chile de norte a sur, en canto y baile, y que es dirigido por Daniel Muñoz”, nos cuenta Francisco Moreno, uno de los seis socios del local de Bellavista.
El grupo de amigos -en donde hay publicistas, ingenieros y productores- partieron con la idea de un centro de eventos y al poco andar se dieron cuenta de que podían crear algo que no existía hasta ahora: una experiencia de nuestro Chile. “No hay otro lugar como este, no existe por la combinación y la calidad de las cosas que da, artística y gastronómicamente hablando. Si bien nos inspiramos en casas de tango en Argentina y otros locales en latinoamérica, esto es un hijo cien por ciento chileno, con cosas que nos representan y que creemos que a nosotros y a los extranjeros nos llama la atención. Es una experiencia de tres horas de cúmulo de chilenidad”, agrega Francisco.
Y tiene razón. No por nada el nombre es en honor a dos grandes representantes de nuestra cultura, el poeta y premio nobel autor de la receta del caudillo de congrio que se sirve a la mesa y la mágica Violeta, cantautora, bordadora y ceramista.
De Pablo a Violeta, un espacio acogedor en donde realmente uno sale con «guatita llena, corazón contento».
- Dónde: Purísima 251, Barrio Bellavista
- Cuánto: 99 dólares por persona
- Cuándo: De lunes a domingo de 20:30 a 23:30 horas previa reserva
- Más info en http://depabloavioleta.com