Ciudad Emergente es un especialista en tácticas urbanas que permiten por una parte reconectar a los ciudadanos y por otra, recolectar y difundir información sobre la calidad de vida en ciudades y barrios en desarrollo.

Es por eso que en estos tiempos de crisis, quisimos conocer qué opinaban, especialmente cuando la participación ciudadana está en su mayor nivel de expresión, entre cabildos, asambleas y la protesta en la calle.

Aquí las respuestas de su Director Ejecutivo, Javier Vergara.

Estamos viviendo una crisis, que sorprende a unos y era esperable para otros, ¿Cuánta desigualdad existe en la ciudad de Santiago?
Efectivamente, existe una gran desigualdad territorial en la ciudad de Santiago, la cual se hace evidente al ver la gran diferencia en los servicios, los equipamientos, la calidad de la vivienda y todo lo que tenga que ver con el espacios públicos de la ciudad. De las 52 comunas de la Región Metropolitana, solo 6 o 7 de ellas presentan la mayoría de la concentración de los servicios, equipamientos, comercios, áreas verdes y espacios públicos de calidad. Esto hace que el lugar donde uno vive determina enormemente la calidad de vida y oportunidades de las personas.

Por ejemplo, si bien se ha avanzado mucho en mejorar la infraestructura de transporte público, esta no es suficiente. El metro de Santiago es un caso de cómo mejorar la accesibilidad a servicios en las comunas periféricas como Maipú, Puente Alto, La Florida o Conchalí, pero la deuda con las comunas más desaventajadas en aún muy grande – razón que puede explicar en parte el gran descontento que gatilló la crisis social actual.

Malones urbanos, de las actividades que realiza Ciudad Emergente.

¿Cómo ves los nuevos símbolos que han acompañado esta crisis, como la intervención que renombró la Plaza Baquedano como Plaza de la Dignidad?
Los símbolos en la ciudad son muy importantes. Estos nos ayudan a generar identidad y sentido de apropiación en los lugares que vivimos. En esa línea, renombrar los espacios públicos o los espacios de significancia para la ciudadanía de acuerdo a los hechos históricos o las vivencias de las personas tiene mucho sentido.

Dicho esto, es importante que esta revalorización o renombramiento de estos hitos en la ciudad sean ampliamente validada por la ciudadanía, de lo contrario quedan como intentos fallidos de imponer una idea por sobre la opinión de la mayoría. Sin ir más lejos, hace unos años se realizó una consulta ciudadana en la comuna de Santiago para cambiar el nombre del Cerro Santa Lucía por Cerro Huelén, el resultado de esta consulta finalmente no tuvo el apoyo suficiente para generarlo. En aquella oportunidad, participaron más de 55 mil vecinos, donde el 45.7% estuvo a favor de cambiar el nombre y el 54.2%  en contra. Finalmente no se hizo. En otras oportunidades la decisión ha pasado por Concejos Municipales como es el caso de la ex-Avenida 11 de Septiembre en Providencia, hoy llamada Avenida Nueva Providencia. En cualquier caso, lo importante es generar las instancias para que las personas puedan participar de la toma de decisiones. En eso estamos en deuda y el llamado a participar del diseño de una Nueva Constitución a partir de una Asamblea Constituyente es un ejemplo de este ímpetu por participar de forma vinculante.

¿Cuál es tu postura para superar esta crisis? ¿Qué es lo mejor que podemos hacer desde la cultura, el arte y quienes defienden la ciudad?Necesitamos pasar rápidamente de la violencia y la polarización social a los diálogos y la escucha activa. Si vamos a diseñar entre todos una Nueva Constitución para el país que queremos, no podemos seguir en este diálogo de sordos donde no estamos empatizando con el dolor o las preocupaciones de los otros.

El actual clima de polarización social es caldo de cultivo para el surgimiento de caudillos o regímenes autoritarios donde tenemos todo que perder. Podemos perder nuestra democracia y no podemos permitir que esto ocurra. Lo mejor que podemos hacer desde la cultura, el arte y quienes defienden la ciudad, es encontrar formas creativas para bajar la tensión entre las personas, generar instancias creativas que nos permitan perder el miedo que se está incubando en las personas, volver al diálogo pacífico, al empatizar con aquellos con quienes tengo diferencias de opinión, hacer un gesto de humildad y pedir perdón si nos hemos equivocado, dejar la arrogancia de lado y hacer un esfuerzo para ejercitar nuevamente lo colectivo por sobre lo individual. Estas cosas que parecen imposibles, hoy son un imperante para poder construir una Nueva Constitución en un clima de paz y respeto. De lo contrario el ruido ambiente nos puede desconcentrar de los reales valores que debemos plasmar en esta nueva Carta Fundamental.

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