*Por Paulina Cabrera C.

Un centro comercial con cuatro pisos subterráneos amenaza la histórica Casa de Los 10. El proyecto de Inmobiliaria Paz cumple con la normativa y se encuentra paralizado a la espera de un pronunciamiento del Consejo de Monumentos, pero eso no tranquiliza a la Fundación que administra el inmueble de 180 años. Y es que las vibraciones provocadas por la construcción ya han afectado los muros de la casa esquina de Santa Rosa y Tarapacá, dando cuenta de los daños futuros que podrían causar las obras de no tomarse las medidas correspondientes.

“Esto no se va revertir, la inmobilaria está cumpliendo con todo lo que establece la ley y nosotros no nos oponemos a que construyan al lado, lo único que estamos diciendo es que se tienen que tomar los resguardos necesarios. Aquí el problema es el Estado, el Ministerio de Cultura y el Consejo de Monumentos, que se escudan en que la ley no les permite hacer mucho más. Son un ente súper débil que no pueden proteger los lugares que declaran monumentos”, reclama Patricio González, representante de la Fundación Casa de Los Diez, y bisnieto del último dueño de la mansión, el coleccionista Alfredo García Burr.

Crédito de foto: Gonzalo Orellana Hidalgo

La mayor preocupación de Patricio es el deterioro que puede sufrir el subsuelo de la construcción de 1.500 metros cuadrados, cuyo entorno ya ha sido destruido por la aplanadora y en donde se ha mermado la vida de barrio. Así lo ha expuesto en dos oportunidades ante la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, y en una campaña espontánea que ha sido apoyada por grupos y medios patrimoniales.

De la vereda del frente, el gobierno asegura que se han solicitado todos los antecedentes y que el proyecto está siendo monitoreado. De hecho, a petición del Consejo de Monumentos Nacionales, la empresa está trabajando en un informe estructural y arqueológico, tras lo cual se evaluará si las medidas de mitigación son las adecuadas para permitir que los trabajos se retomen.

Pero, ¿por qué es relevante que esta estructura que data de 1860 siga en pie? Y es que junto al valor arquitectónico de estilo neocolonial, la mansión es una obra en sí misma. En 1920, su dueño, el arquitecto Fernando Tupper invitó a un grupo de creadores a intervenir el espacio. El resultado fue la torre de 19 metros, los nueve capiteles esculpidos, además del imponente portón tallado en madera de cedro. Estructuras llenas de simbolismos que revelan la personalidad y también la creatividad de la hermandad de artistas conocida como el Grupo de Los Diez, Los X o Los Decimales, que a comienzos del siglo pasado se oponía a las corrientes europeístas instaladas en la escena local y que buscaban identidad desde lo “más chileno”.

Como relata Cristián Salazar en su investigación en Urbatorium, este grupo partió reuniéndose en la Biblioteca Nacional de Santiago, siendo su proclama del 2 de julio del año 1916, la siguiente: “Los Diez no forman ni una secta, ni una institución, ni una sociedad. Carecen de disposiciones establecidas, y no pretenden otra cosa que cultivar el arte con una libertad natural”.

La casona en los años 70. Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional vía Urbatorium

Fue esta rebeldía la que debió conmover a Tupper, quien se transformó en mecenas del conglomerado de jóvenes intelectuales conformado por los escritores Augusto D’Halmar y Eduardo Barrios; el escritor, pintor y arquitecto Pedro Prado; el escritor y pintor Manuel Magallanes Moure; el pintor Juan Francisco González; el arquitecto y pintor Julio Bertrand Vidal; los músicos Acario Cotapos, Alberto García Guerrero y Alfonso Leng; el periodista y crítico literario Armando Donoso; el pintor y tallador Julio Ortiz de Zárate; el escritor y escultor Alberto Ried Silva; y el poeta Ernesto A. Guzmán.

“Los X fueron estos importantes artistas, mentores de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, que se reunieron en la casa que es considerada el primer cowork de época del siglo XX. Nosotros hoy tenemos que ir en esa vanguardia. Nuestra oficina tiene paredes del 1900 pero trabajamos con tecnología del siglo XXI”, asegura Patricio quien vivió junto a su familia en la mansión hasta el año 2015.

Hoy la Fundación está ejecutando un Fondo de Infraestructura que ganaron con el Ministerio de Cultura (la paradoja dice Patricio es que “el Estado es que el que protege y te hunde”), recursos con los que se presentará un proyecto de diseño arquitectónico para hacer mejoras, y que contemplan una serie de trámites que podrían demorar hasta dos años entre un ir y venir del Consejo de Monumentos y Municipalidad de Santiago. Al mismo tiempo, desde el 2013 desarrolla una serie de actividades albergando a iniciativas diversas como la escuela Swingtiago, ciclos de cine y ferias de cómics e ilustración.

Así, la Casa de los Diez, que ha sobrevivido a los terremotos de 1906, 1985 y 2010, a la casi expropiación de los años noventa cuando se ensanchaba avenida Santa Rosa y a las lluvias que se filtran por el adobe, pelea en una nueva batalla por seguir en pie. Ya Alfredo García Burr cumplió la promesa a Fernando Tupper de cuidar la casa “único testimonio de la obra compartida de los Diez”, ahora es el turno de su bisnieto Patricio y la Fundación de seguir trabajando para que la casona siga existiendo cuando ya no estén.

Crédito de foto: Gonzalo Orellana Hidalgo
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