*Nota y fotos por Paulina Cabrera C.
“Arquitectos, pintores, escultores: ¡Debemos volver a lo artesanal! Deben conocer y comprender la forma compuesta de un edificio tanto en su totalidad como en sus partes individuales. Deben regresar al taller para terminar con las diferencias entre el artista y el artesano”. La frase es del alemán Walter Gropius, quien en el año 1919 fundó la Staatliche Bauhaus (Escuela de arquitectura estatal) en la ciudad de Weimar, marcando con ello el inicio de la arquitectura moderna.
La premisa fue “menos es más” y aspiró a unir arquitectura, arte y diseño revalorizando el oficio, en respuesta a la excesiva industrialización de los procesos productivos tras el término de la Primera Guerra Mundial.
La Bauhaus logró trabajar con la industria, los municipios y el Estado, creando planificaciones urbanas, inmuebles, textiles, gráfica y objetos de uso cotidiano que aún hoy, a décadas de su disolución en 1933, se mantienen vigentes con una propuesta de simpleza, líneas puras y geométricas.
Chile acogió a algunos de los arquitectos, artistas y diseñadores que emergieron de la escuela y que emigraron a distintas ciudades de Europa y América tras la hostilidad de Adolf Hitler. Su llegada y enseñanza afectaron directamente tanto la arquitectura como el diseño nacional, naciendo en los setenta bajo su influencia, la Escuela de Diseño de la Universidad Católica, el taller 99 liderado por Nemesio Antúnez, la Bienal de Grabado y los cursos de Color de Eduardo Vilches en la UC.
El estilo arquitectónico sólido y funcional de la Bauhaus propició construcciones como el edificio barco de Sergio Larraín en el Barrio Bellas Artes, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, la Clínica Santa María, el Estadio Nacional y un conjunto de casas aledañas al centro deportivo que destacan por sus fachadas blancas, líneas curvas, grandes ventanales y ventanas con ojo de buey.
La nueva industria del mobiliario también adquirió los tintes de modernidad, dejando de lado la imitación de estilos ingleses y franceses de siglos anteriores, para dar paso a la fabricación de muebles para oficinas, en madera y metal. Los jóvenes arquitectos de la Universidad Católica, Jaime Garretón y Cristián Valdés, crearon la fábrica Singal, elaborando escritorios, sillas, sillones, mesas y pisos de líneas funcionalistas y colores básicos, hechos con madera moldeada. De ellos es la famosa Silla Valdés, inspirada en la antigua raqueta de tenis y en el maletín Huidobro (hecho en cuero y con costuras), que se convirtió en un clásico y pieza de colección. En el mismo periodo comenzó el auge de la industria metalmecánica, con la aparición de Mademsa, Fensa, Somela, Sindelen, IRT, Bolocco, Sunimet, entre otras marcas.
Objetos cotidianos como azucareros, jarrones, ceniceros, hueveras y candelabros, además de mobiliario, que podemos ver en la muestra del Centro Cultural La Moneda, que exhibe cómo la Bauhaus permeó las creaciones nacionales, incluso hasta el día de hoy con marcas que se mantienen como The Andes House, Bravo y Muebles Sur.
- Dónde: Sala Pacífico Nivel -3 Centro Cultural La Moneda, Plaza de la Ciudadanía 26, Metro La Moneda.
- Cuándo: De lunes a domingo de 9.30 a 19.30 horas hasta el 29 de marzo de 2020.
- Cuánto: Entrada general $3.000 – estudiantes y convenios $1.500 – tercera edad y niños menores de 12 años entrada liberada. Gratis para todo público todos los días desde las 14.00 horas.
- Talleres durante el mes de enero: Más información e inscripciones aquí