Los vecinos esperan el apoyo de la Municipalidad de Santiago, aunque saben que el escenario es complejo ante los intereses comerciales inmobiliarios que genera su privilegiada ubicación. El Barrio Corte Suprema, vecino del Barrio Dieciocho se emplaza en los terrenos que originalmente pertenecieron a la Compañía de Jesús luego de su retorno a Chile en 1848.
Contrario a lo que se pudiera pensar, el Barrio Corte Suprema no se encuentra en los alrededores del Palacio de Tribunales. De hecho, hay que caminar siete cuadras en dirección al sur desde la sede del Poder Judicial para llegar hasta sus calles, las que cuentan con varias casona dignas de pertenecer a algún circuito turístico urbano, tanto por la belleza de sus construcciones como por la locación estratégica en la que se encuentran.
Sabedores de este potencial, los vecinos del sector se organizaron para buscar la forma de proteger el barrio. Así, un escritor, un pintor, una restauradora, una diseñadora y una fotógrafa que residen en la zona, decidieron reunirse para proteger su patrimonio. “Empezamos a buscar información sobre dónde vivíamos y comenzamos a conversar sobre este tema, a la vez reconocer que teníamos un barrio súper rico, con valores arquitectónicos, patrimonial, que le podíamos sacar quizá un poco más de provecho”, comenta la dirigenta de la Agrupación de Vecinos del Barrio Corte Suprema, Fabiola Cifuentes.
De paso, explica por qué el barrio lleva ese nombre pese a no estar junto al Palacio de Tribunales. La paradoja es que “el Barrio Corte Suprema es bien especial porque la calle que lleva ese nombre es solamente de una cuadra: comienza en Vidaurre y termina en calle Olivares”. Eso sí, el barrio implica además las calles Lord Cochrane y San Ignacio, en el corazón mismo de la capital. La causa de su nombre es bien simple: “Muchos de los vecinos originales estaban vinculados o trabajaban en la Corte Suprema, se iban caminando a su fuente laboral y así fue durante décadas”, señala Fabiola.
La dirigenta vecinal lamenta que «pese a que estamos detrasito de la zona de conservación del Barrio 18, no fuimos considerados dentro de su declaración de Patrimonio”, lo que les puede ser muy perjudicial –dice- por el gran aumento “de las construcciones inmobiliarias que tenemos cercanas”. Explica que muchas familias “vivimos aquí hace años o incluso décadas. Hasta hace poco era una de las pocas calles del centro que permanecía intacta, pero tenemos miedo que de un día para otro derrumben una de estas bellas casas para instalar un mega edificio”.
Por lo anterior, el llamado es a que las autoridades protejan el sector ante la amenaza de nuevas obras: “Nuestra finalidad es la protección de nuestro barrio frente a la amenaza que constituyen las inmobiliarias, con sus construcciones enormes, que no tienen mucha relación con el patrimonio arquitectónico que tenemos acá”. De hecho Fabiola agrega que “los vecinos del sector estamos preocupados por la construcción que se está anunciando en la esquina de nuestra calle porque en realidad es otro edificio más que demuele casas que estaban totalmente habitables, porque acá ningún edificio estaba o ha estado en mal estado, porque siempre nos hemos preocupado por cuidar nuestro entorno. A los vecinos les agrada muchísimo pasar por esta calle, tenemos una población que la utiliza mucho para transitar a sus trabajos, en las noches para pasear a sus perros, en las mañanas también… entonces es una calle muy agradable para caminar porque, si bien estamos en el mismo centro es como alejada del ruido de la ciudad”.
Vecinos unidos
Fabiola deplora la falta de apoyo que ha existido por parte de las autoridades y critica lo que a su juicio es la nula intención de conservar este barrio. Lo notan cada día con la construcción de grandes obras a metros de sus viviendas. Cuenta que al ver tantas grúas y maquinaria pesada dispuestas en los alrededores los alertó: “Cuando nosotros comenzamos a reunirnos todavía no habían demolido ninguna casa. Cuando nos agrupamos y empezamos a promover y a buscar a los vecinos y a reunirnos para que pudieran firmar alguna carta de apoyo y poder proteger nuestro barrio, la constructora vino y demolió una de las casas sin autorización. Posterior a esto tramitaron el permiso a la Municipalidad en el mandato anterior y se les autorizó la demolición de la otra propiedad y por ende el proyecto que quieren construir ahí, que es una torre de 10 pisos aproximadamente”.
Aclara que lo que buscan es “lograr que las construcciones que se vayan a realizar sean acorde a la altura que nosotros tenemos en nuestra calle. O sea, es súper en contra tener una construcción de 20 pisos o 10 pisos frente a una cuya altura máxima es de 4 pisos. Entonces vemos que hay una mala regulación frente a estas autorizaciones a las constructoras, entonces nosotros lo que queremos es lograr que se cuide nuestro barrio, que se cuide el ambiente y que se reconozca como barrio patrimonial”. En ese sentido, lamenta que “ya que tenemos muchísimos edificios alrededor que son muy altos, son muy grandes, y éstos también traen consigo problemas vecinales, hay ruido y focos de violencia, tapan todo, en algunos momentos nos llega mucha sombra siendo que cuando llegamos a vivir a este sector no sucedía. Entonces nosotros buscamos también poder dar a conocer que los vecinos no están de acuerdo con estas construcciones”.
La historia del Barrio
La calle Corte Suprema y sus alrededores tiene un gran valor patrimonial reflejo de la primera mitad del siglo XX. “Tenemos muchos inmuebles que fueron proyectados por arquitectos nacionales muy destacados, entre 1930 a 1940 aproximadamente”, explica la dirigenta de los vecinos. Agrega que “hubo un auge muy grande en algún momento en la década de 1870, mucha gente acaudalada y familias de políticos, filántropos, aristócratas, también comenzaron a construir sus palacios en este sector. Ellos vivían entre las calles 18, San Ignacio, pero las grandes riquezas de la época se vieron afectadas por la gran crisis financiera de 1929, donde las familias que vivían en este sector ya no podían costear los gastos que se derivaban del mantenimiento de las mansiones, por lo cual se empezaron a desplazar hacia más el oriente para poder vivir en otro sector”.
En el mismo escenario, “en el año 1937 los terrenos que ocupaban la iglesia y el colegio San Ignacio sufrió una orden de demolición de la parte del ala sur del establecimiento y pusieron a la venta las huertas que tenían en ese sector, para poder abrir una nueva calle y aquí nació nuestra calle, con el primer nombre de Padre Marín de Aranda, el que fue cambiado por el nombre de Corte Suprema en 1944”.
El sus portales vivieron personajes ilustres de la época, como parlamentarios, economistas y artistas: “Acá vivió Manuel Lavín Echegoyen, que era hermano del sacerdote jesuita que fue amigo e impulsor de la beatificación del padre Alberto Hurtado; también vivió José Manuel Balmaceda Toro, que era diputado y fue presidente del Club de la Unión. Era hijo del presidente José Manuel Balmaceda Fernández. También fue el hogar de Eugenio Blanco Ruiz, que era el presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago. En realidad fueron personas que contribuyeron dentro de la sociedad chilena de la época y entre estas familias eligieron que se cambiara el nombre a Corte Suprema”, comenta Fabiola. Agrega que, de hecho, “Nosotros descubrimos que el edificio en el que yo vivo era la residencia del arquitecto Manuel Cifuentes. Nos conseguimos los planos originales del edificio y era donde él tenía su estudio y vivió con su familia”.
El futuro incierto
Los vecinos buscan que el municipio se pronuncie con su apoyo e incluso ser declarados zona patrimonial, aunque saben que el escenario es complejo ante los intereses comerciales que genera su privilegiada ubicación: “La idea es poder formar parte de esta zona de protección que tiene el Barrio 18, ya que en nuestra calle tenemos obras de arquitectos que son importantes. Por ejemplo Manuel Cifuentes y Guillermo Schneider, que fue proyectista de los edificios Turri que están frente a la Plaza Baquedano, y otros más”, afirma la vecina.
Una de las soluciones que ven es que, como agrupación, “presentar un proyecto ante el municipio y en el Consejo de Monumentos, para poder proteger este espacio y promover que se conociera su patrimonio para preservarlo”. Recalca que “tenemos una historia súper rica para poder contar y poder promover y para que la gente venga a conocer. Si bien somos una calle pequeñita, nos gustaría que la gente viniera a conocer y que fuéramos protegidos y que fuéramos reconocidos como patrimonio”, sentencia.