El icónico inmueble volverá a abrir sus puertas tras 13 años de permanecer cerrado al público. Durante los próximos meses se podrá visitar y conocer las remodeladas salas que dan cuentan de la historia de la capital, desde las primeras ocupaciones del Valle del Mapocho hasta los primeros 20 años del siglo XXI. Entre las novedades se cuenta la app Lazarillo para guiar los recorridos para personas no videntes, dos nuevos dioramas de Zerreitug, proyectores y pantallas táctiles, además de un centro de documentación que albergará la colección bibliográfica de la Municipalidad de Santiago.
“Desde estos balcones has visto pasar la historia de la ciudad, desde los caballos hasta el Transantiago, pasando por los tranvías, los carros de sangre, los troles, las micros amarillas y de colores. Esta casa ha sido un testigo privilegiado de la historia”, asegura el director Andrés Mosqueira.

El día que vamos a visitar la Casa Colorada, su director Andrés Mosqueira está especialmente emocionado. Lo acaba de llamar Jorge Cristi, hijo del dueño de la pastelería La Gallina, uno de los famosos locales que existieron en la casona colonial a mediados del siglo XX cuando esta se conformaba en el primer centro comercial de la ciudad. “Don Jorge Cristi vive en Estados Unidos hace 50 años y vino especialmente a vernos tras enterarse que estábamos restaurando la casa. Aquí vivió su niñez, su adolescencia y su juventud. Nos juntamos y nos hizo unos sanguches de ave pimiento tal como los que preparaba su papá y ahora me avisó que encontró una de las tazas de la pastelería, que también se exhibirá para contar la historia del museo”.

Este es uno de los tantos relatos que han rodeado el proceso de restauración del recinto que prepara su reapertura tras 13 años de estar cerrado a público. Un tiempo más del deseado -pero que visto desde el lado positivo- ha permitido preparar la museografía minuciosamente e implementar la tecnología más avanzada. Modernidad que viene a complementar el carácter histórico de la mansión terminada de construir en 1779. Que ha resistido un incendio y 14 terremotos. El último, del 2010, cambió los planes del proyecto de mejoras que se tenía proyectado hace años. “Ganamos un fondo del BID antes del terremoto, pero el terremoto nos echó abajo el proyecto. Todas estas dependencias estaban quebradas, los muros tenían una traza de ruptura muy importante, entonces lo que se hizo fue una consolidación muy quirúrgica, con un sistema de mallas de carbono. Se levantó todo el techo para poner un cintillo de hormigón, sacamos todas las tejas del museo, se limpiaron, se lavaron y se volvieron a reponer” recuerda Mosqueira sobre el proceso que será documentado en la exposición inaugural.

Las faenas de obra civil -retrasadas durante la pandemia- recuperaron las maderas, piedras, pisos, quincallería y herrajes de la casona. Al mismo tiempo que se incorporaron rampas para personas con movilidad reducida y se implementó un moderno sistema de climatización.

Según nos cuenta el director del Museo de Santiago, “una de las cosas más bonitas de poder restaurar un inmueble como este, es hacer que no pierda su carácter, la materialidad habla de lo que fue la construcción, del sueño del dueño Mateo de Toro y Zambrano y del proceso creativo de su arquitecto, el alarife Joseph de la Vega. Estamos rescatando no sólo el valor material, sino que también el valor humano, el trabajo artesanal y los oficios”.

De cinco a ocho salas
Hace 13 años, la narrativa del Museo de Santiago llegaba hasta el siglo XIX, tiempo en que generaciones de estudiantes visitaban la Casa Colorada para conocer de manera didáctica la historia de la capital.

De las obras más recordadas de aquellos tiempos, son los famosos dioramas de Rodolfo Gutiérrez, Zerreitug, el reconocido artista que recrea escenas a través de figuras talladas en madera. A la colección que resguarda el recinto de calle Merced se sumarán dos nuevas escenas, una de ellas, retrata la reunión que el conquistador Pedro de Valdivia con los 14 caciques que habitaban el valle del Mapocho. “Este encuentro ocurrió en la ribera norte del Mapocho, donde hoy está el barrio Patronato. Al otro lado del río, en la actual Plaza de Armas, estaba el templo Inca y la casa del gobernador Quilicanta. El valle del Mapocho no era un territorio vacío ni despoblado, sino un centro urbano donde coexistían distintas culturas”, describe Zerreitug en su cuenta de Instagram.

La museografía abarca entonces desde los primeros habitantes que ocuparon el territorio que hoy conocemos como Santiago, hasta los primeros 20 años del siglo XXI, sumando tres salas que aluden, entre otros, al impacto del Golpe Militar, los cambios y el crecimiento de la ciudad y que terminan con una reflexión en torno los desafíos pendientes a nivel urbano y de calidad de vida. Historia que está contada a través de gigantografías, piezas gráficas, pinturas, material audiovisual, audios y maquetas. Todo esto con tecnología de avanzada que incluye diversos dispositivos digitales, además de la app Lazarillo que guiará a las personas ciegas desde que salen de sus casas (indicando desde qué medio de transporte tomar) hasta los pasos que debe dar para tocar con sus manos las maquetas disponibles.

“Hemos esperado 13 años, imagínate para nosotros lo que es la ansiedad para poder abrir, yo sueño con que el museo esté lleno de gente y puedan visitarlo. Ha sido un parto largo, un hijo de harta espera. Hace mucho rato yo hubiese tirado la esponja, si no hubiera  sido por mi equipo, por el apoyo de la gente que trabaja conmigo”, recalca el director del Museo de Santiago. Y agrega: «estamos devolviendo a la ciudad su museo, la ciudad de Santiago va a volver a tener su museo abierto para conocer su historia, sus procesos y eso es lo que nos más nos llena de orgullo. La historia de Santiago es súper interesante y hemos tratado de abordarla de muchas dimensiones”.

Aquí un adelanto:

 

 

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