La colección espera liberar en el corto plazo las primeras dos mil imágenes, cada una de ellas catalogada con su respectiva investigación respecto a procedencia, data y autoría, en un relevante aporte que podrá ser utilizado por investigadores, estudiantes, historiadores, fundaciones, corporaciones y diversas instituciones culturales, incluidas las gubernamentales, que requieran de imágenes para complementar su trabajo patrimonial.
Un siglo en imágenes. Los conservadores e investigadores Fernando Imas Brügmann y Mario Rojas Torrejón cuentan ya con un archivo fotográfico de 10.520 imágenes, cuidadosamente recopiladas y en pleno proceso de clasificación, en lo constituye un inédito catálogo digital patrimonial.
“Cuando partimos con la investigación histórica hace más de diez años nos encontramos con el obstáculo de contar con fotografías que permitieran complementar e ilustrar nuestras investigaciones, especialmente dado el alto costo para adquirir imágenes en los archivos estatales. Por eso, iniciamos una recolección fotográfica a través de aportes de amigos y familiares; pero a medida que comenzamos a generar recursos propios, se inició una lenta tarea de incrementar nuestro archivo privado a través de la compra de material fotográfico en Chile y en el extranjero, para así evitar la pérdida del valioso material documental que se encuentra fuera de contexto en otros países”, nos revela Mario sobre el inicio de la colección.
Imbuidos en el tema, estudiaron los procesos y cambios de la fotografía en Chile, cómo llegó a masificarse durante el siglo XX, y cuál es el escenario del acervo histórico disponible. Fue ahí, cuando se percataron entre otras cosas, de la falta de créditos e información de las imágenes circulantes, y como en la medida de que las fotografías se comparten, se pierde o se confunde muchas veces sus respectivos datos de fecha, los lugares donde fueron tomadas y su autor. Además de la problemática respecto a la propiedad de los archivos, considerando que la protección legal del derecho de autor se extiende durante toda la vida del fotógrafo, en este caso, y hasta 70 años más después de su muerte.
“Nuestro espíritu siempre ha sido velar por lo veraz y la objetividad en la información que entregamos y eso es algo que también quisimos traspasar a nuestro archivo”, asegura Mario destacando que todas fotografías que han recopilado “son nuestras en todo sentido, somos dueños de su propiedad intelectual por lo que si se utilizan no van a tener ningún problema de algún reclamo sobre su autoría”.
Temáticas y formatos
La naturaleza íntima de las miles de fotografías constituyen otro atractivo del catálogo, dado que muchas de ellas corresponden a archivos familiares, registros sociales no oficiales y de carácter aficionado, que se suman a los retratos de personajes, escenas costumbristas, pueblos originarios, vistas urbanas de todo Chile, especialmente de Santiago, además de arquitectura industrial, comercial y residencial.
En cuanto a soportes, destaca la colección estereoscópica, con imágenes de papel albúmina sobre cartón y 150 placas de vidrio con escenas de Santiago y Valparaíso pertenecientes a un raro y valioso estereoscopio de pie con grafoscopio incorporado, expertizado y autentificado por el Stereo-Club Français; y también el fondo de 1500 placas de vidrio con escenas urbanas y costumbristas de la década del 60, una época de la que hoy no se tienen muchos registros de acceso público.
El creciente Archivo Brügmann cuenta con un exhaustivo detalle respecto de su procedencia y -en la mayoría de los casos- con doble soporte, es decir digital y su copia física de respaldo, impresas en papel de calidad y almacenadas en contenedores especiales libres de ácido para procurar una mayor vida útil. Y es que tanto Mario como Fernando están conscientes de la fragilidad de los archivos, hoy más que nunca. “Estamos ante una avalancha de imágenes, en un momento de la era moderna de que tenemos el mayor acceso a registrar el entorno, pero extrañamente es la época en que menor cantidad de fotos tenemos en un archivo. Las fotos digitales de 10 años atrás se pierden, o se guardan con una tecnología que no sabemos si va a servir en el futuro, desde los discos duros, las páginas web o que incluso Google un día pueda decidir bajar todas las fotos. Tenemos un estado de peligro archivista muy grave en la era digital, en Chile y en el mundo”, acota Mario Rojas.
A esto se suma, que pocas personas imprimen sus fotografías y sí lo hacen, es habitual que lo hagan en copias de consumo masivo, con papeles de baja calidad y químicos que no logran fijar las imágenes de aquí a diez años. Y también, la realidad de que empresas y algunas instituciones cambian de administración, e implementan nuevas directrices que muchas veces descuidan el valor patrimonial de sus archivos, o no logran financiar un resguardo adecuado.
“En nuestro archivo abogamos por mantener los archivos físicos, hay gente o instituciones que nos dona digitalmente las imágenes, pero nosotros también las imprimimos, las catalogamos y las guardamos pensando que esa institución o familia el día de mañana las podría perder y entonces nosotros vamos a ser la única fuente de información que las va a tener físicamente resguardadas” asegura la dupla Rojas – Imas que en el mediano plazo espera liberar a público un catálogo con las primeras dos mil imágenes. Todo un lujo para los amantes del patrimonio.
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