Este jueves 11 de agosto, alrededor de las 17:30 horas, dos jóvenes subieron hasta una de las cúpulas del Museo Nacional de Bellas Artes y la rayaron con dos frases: «Pepe y Josefa». Específicamente, el daño ocurrió en el tejado de la techumbre del costado sur-oriente.
“Se trata de una situación lamentable, dados los esfuerzos que se han hecho por mantener en orden el edificio y fachadas de este Monumento Nacional. Además, es una situación muy peligrosa. Estamos tomando todas las medidas necesarias para evitar que esto se repita, por múltiples y comprensibles razones”, expresó Fernando Pérez, director del MNBA.
Las imágenes que se volvieron virales provocaron una masiva condena de parte de los internautas y autoridades. El gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, anunció una querella contra quienes resulten responsables, mientras que la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler expresó, a través de su cuenta de Twitter que desde el municipio «condenamos el ataque al edificio patrimonial y monumento histórico del Museo Nacional de Bellas Artes. Hemos tomado contacto con su director y prestaremos apoyo en las acciones contra quienes resulten responsables. Todo esfuerzo por recuperar la ciudad será insuficiente sin el compromiso de tod@s».
La historia del Palacio de Bellas Artes
El 21 de septiembre de 1910, una gran fila de santiaguinos y santiaguinas elegantemente vestidos, esperaba entrar al Museo Nacional de Bellas Artes. Mujeres con vestidos blancos y señores de humita y sombrero se mostraron asombrados ante el monumental edificio diseñado por el arquitecto Emilio Jéquier, inspirado en el Petit Palais de París.
Los primeros visitantes ingresaron al amplio hall central cubierto con una cúpula de cristales que alcanzaba los 21 metros de altura. “Una suerte de invernadero monumental, presidido por dos gigantescas cariátides esculpidas por el catalán Antoni Coll i Pi, poblado de macetas y esculturas como un jardín del arte. Sus muros estaban cubiertos de pinturas, algunas de gran formato. Desde el hall se podía acceder a las salas de exposición, atiborradas del mayor conjunto de obras de arte, nacionales internacionales, vistas en la historia de la República”, describe el libro Emilio Jequier, la construcción de un patrimonio.
Su inauguración fue el centro de las celebraciones del centenario de la Independencia y un fuerte y claro mensaje sobre el lugar del arte en los ideales de la Nación. Por primera vez Santiago tenía al alcance un lugar único: un palacio dedicado al arte.