“Aquí vendrá todo el que siente en su alma la emoción de lo bello” decía hace 107 años Carlos Balmaceda, ministro de Instrucción Pública (Hacienda) al inaugurar el 21 de septiembre de 1910 el edificio del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). La magnífica obra proyectada por el arquitecto Emilio Jéquier, que demoró cinco años en construirse y que fue uno de los íconos de las celebraciones del primer Centenario de la República. Historia de sus inicios que puedes ver, oír y tocar en la primera exposición en donde el museo repasa sus memorias.

La muestra, con la que también se conmemora la fundación del museo como tal (el 18 de septiembre de 1880 se creó el Museo Nacional de Pinturas) se realiza en el marco de los recientes trabajos que recuperaron la fachada del Monumento Nacional. Labor de ocho meses en donde se limpiaron los mosaicos ubicados en la fachada (esos que representan a pintores y escultores considerados maestros del arte académico entre los que se cuentan Rembrandt, Fidias, Praxíteles, Bramante y Violet-le-Duc); se repusieron vidrios y ornamentos faltantes; se conservaron maderas y se reconstruyeron las escalinatas de ingreso con granito y basalto. Sin embargo, los cambios más visibles son la impecable fachada libre de rayados, fisuras y grietas (3.800 metros cuadrados reparados)  y la gran puerta de hierro fundido de la entrada a la que se le retiraron 10 capas de pintura. Lo único que no se borró fueron los impactos de bala de los disparos realizados después del 11 de septiembre de 1973.

El recorrido que nos propone la Sala Chile del MNBA está lleno de emociones. La de escuchar las voces recreadas de los actores que intervinieron en la instauración del Museo. Discursos y cartas de Alberto Mackenna (Carta de 1901, titulada Un futuro palacio de Bellas Artes); del diputado Paulino Alfonso; del conservador del Museo de Pinturas Enrique Lynch (Memorias 1889) y las palabras del escultor José Miguel Blanco (Proyecto de un museo), quien en 1879 publicó un artículo en la Revista Chilena,  en donde levantó la necesidad de crear un museo para acopiar las obras que se encontraban dispersas en diversos edificios institucionales.

Recuerdos que se suman a retratos, documentos memorables (están aquí los decretos que crean el Museo y su primera comisión directiva) y los recortes de prensa de las revistas Noticias Gráficas, Sucesos, Zig-Zag y Diario Ilustrado que en esa época anunciaban la apertura de este palacio de las artes. Gran celebración que pasó peligro por la falta de fondos generados por las pérdidas tras el terremoto de Valparaíso en 1906 y la crisis mundial de 1907 y en un ambiente de descontento tras la matanza de Santa María de Iquique. A lo que se sumó luego la muerte del Presidente Pedro Montt días antes de las fiestas, el 16 de agosto de 1910 y la de su sucesor y vicepresidente Elías Fernández el 6 de septiembre del mismo año.

Una obra magnífica

Con todo, el museo abrió sus puertas esos días de primavera de 1910 en una ceremonia con discursos y aplausos y con una exposición internacional. Obras de arte procedentes de 14 países invitados a través de sus respectivas embajadas y que lucían en medio de exhuberantes plantas. Mujeres con vestidos blancos y señores de humita y sombrero asombrados por la arquitectura inspirada en el Petit Palais de París.  Y era que no. El Palacio de Bellas Artes cuenta con una fachada con balaustradas y frisos que representan motivos florales, leones, toros y ángeles. Artesanos franceses elaboraron los 22 medallones de cemento con mosaicos de teselas de vidrio coloreado, dorado y marmoleado, mientras que el escultor chileno Guillermo Córdova es el autor del altorelieve del frontis.

La cúpula del hall central, encargada a la empresa belga Compagnie Centrale de Construction de Haine-Saint-Pierre, fue traida en barco en 1907. Pesa 115 mil kilos y sostiene nada más y nada menos que 2.400 trozos de vidrio. Dos cariátides que portan coronas de laureles, obra de Antonio Coll y Pi, simulan sostener la gran cúpula y los balcones del segundo piso. Sobre ellas se instaló un altorelieve que representa a dos ángeles sosteniendo un escudo, obra que reemplaza la original que resultó gravemente dañada en el terremoto de 1985.

Una belleza que pudieron admirar todos los presentes aquel día de inauguración y hoy, nosotros, más de 100 años después.

  • Dónde: Museo Nacional de Bellas Artes, José Miguel de la Barra 650
  • Cuándo: Hasta el 29 de octubre, de martes a domingo de 10.00 a 18.45 horas. El 15 de septiembre estará cerrado por celebración de aniversario institucional y el 17, 18 y 19 de septiembre por feriado de Fiestas Patrias.
  • Cuánto: Entrada liberada

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